Microchip para el famoso queso: "Quien lo come no debe preocuparse"

La falsificación suele afectar a dinero, marcas de lujo o productos electrónicos. Sin embargo, también se ha extendido a la industria alimentaria.
Además, esta vez el objetivo es el mundialmente famoso queso Parmigiano Reggiano de Italia .
Si bien falsificar una rueda de queso de 40 libras no es fácil, es bastante rentable: el Consorcio del Queso Parmigiano Reggiano estima que el mercado de parmesano falso vale alrededor de 2 mil millones de dólares al año.
Las autoridades encontraron una solución colocando microchips en el queso.
LUCHA CONTRA EL FRAUDE
Si bien el registro de marca es la primera línea de defensa contra la falsificación, los fabricantes de alimentos están recurriendo a tecnologías más avanzadas. Hologramas, etiquetas RFID y códigos QR se utilizan en muchas industrias. Sin embargo, la situación es ligeramente diferente en el caso del queso y otros alimentos, ya que se requiere tecnología digestible.
Para abordar este problema, los productores de Parmigiano Reggiano están incorporando un microchip comestible en la etiqueta de caseína del queso.
La Unión Europea se toma este queso tan en serio con razón. El Parmigiano Reggiano es uno de los productos con mayor protección geográfica. Solo se puede producir en cinco regiones de Italia: Parma, Módena, Bolonia, Mantua y Reggio Emilia.
El proceso de producción está sujeto a estrictas regulaciones. Por ejemplo, el queso se puede elaborar con solo tres ingredientes; la leche debe provenir exclusivamente de vacas locales, y estas vacas se alimentan exclusivamente con forraje cultivado localmente.
El Consorcio del Queso Parmigiano Reggiano supervisa todo el proceso.
TARJETA DE IDENTIFICACIÓN DEL TAMAÑO DE UN GRANO DE ARENA
Este meticuloso proceso de producción hace que el Parmigiano Reggiano sea mucho más valioso que el parmesano común. En Estados Unidos, una libra de Parmigiano Reggiano puede costar más de $100.
Pero cuando ni siquiera las ruedas de marca son suficientes para detener a los falsificadores, los fabricantes han recurrido a la tecnología. Ahora, microchips de silicio llamados p-Chips, fabricados en EE. UU., están incrustados en las etiquetas de cada rueda.
Estos microchips son tan pequeños como un grano de arena y cada uno contiene un número de serie único, lo que permite a los compradores verificar fácilmente la autenticidad del queso adquirido. Los microchips han sido probados para resistir el proceso de maduración y se afirma que son totalmente digeribles.
"Si una de estas patatas fritas acaba en tu estómago junto con la pasta, no te preocupes", afirma la empresa p-Chip.
“Estos chips no se pueden leer a distancia, son completamente inofensivos”.
ntv